Siempre he deseado que los Reyes Magos me traigan un balón.
Cuando me han traído ropa (jerseys, pantalones o lo que sea) u otros juguetes, estaban bien, pero no era lo mismo.
Mi mujer, que es maestra, dice que hay dos tipos de niños: los pegados a un balón y los otros. Yo soy del balón.
Vengo de una familia de aficionados al fútbol. He visto a mi tío Paco calzarse las botas de fútbol con más de 60 años para jugar con el equipo de nuestro pueblo, Rincón de la Victoria.
He visto a la selección española perder una y otra vez, con jugadores como Gordillo, Arconada, Señor, contra Albania… hasta que finalmente se alzó con el Mundial. ¡Qué emoción!
Ir en familia a La Rosaleda, sufrir y disfrutar. He tenido la suerte de estar con mi padre, mi hermano y mi tío Paco, quien, desde su asiento, remataba los goles. Se hacía espacio a codazos, ponía el pie por si ayudaba, todo desde su asiento, ya con más de 80 años.
Ayer tuve la suerte de volver a La Rosaleda, ese campo de sueños. El verde, la luz mágica, acompañar a estos señores… ¡Madre mía! Recordar a los que ya no están y, amigo, vivir la pasión.
Encima jugamos, encima defendimos, encima éramos un equipo. Ganamos y disfrutamos.
Solo se puede ganar si tienes un gran equipo, todos a una.
Como en los seguros: si tienes al lado un equipo como el nuestro, tu equipo de seguros, que tiene ganas de que te vaya bien y bonito, tienes un tesoro.
Abónate a nosotros.
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